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Qué es la esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno psicótico que se caracteriza por un conjunto de síntomas con alteraciones de la percepción, del pensamiento y el comportamiento, del estado de ánimo, la energía y la psicomotricidad.
Progresa frecuentemente de forma episódica con estados psicóticos agudos, aunque de manera intra e interindividual cursa de forma muy variable. Al contrario de lo que tradicionalmente se pensaba, una remisión de la enfermedad es posible, no siendo lo común un curso con numerosas fases, síntomas crónicos o residuales.
La principal característica de la esquizofrenia es una vivencia anormal para el entorno del paciente, que engloba el sentir, percibir, imaginar y pensar sobre normas, intenciones y querencias, de manera notablemente distinta a la que normalmente se da por hecho.
Esta desconexión con “la norma” es en gran parte la causante de un estigma más patente que en otras enfermedades mentales, con prejuicios de peligro e imprevisibilidad, que pueden conducir a una menor autoestima y expectativa de cambio de los pacientes, disminuyendo la motivación de estos o su familia a pedir ayuda o a seguir las indicaciones terapéuticas.
Causas y síntomas de la esquizofrenia
La esquizofrenia es igual de frecuente en todos los países, culturas y zonas meteorológicas. La probabilidad de tener una esquizofrenia a lo largo de la vida es del 0,5-1%, en el 75% de los casos antes de los 40 años.
«La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta en el mundo a más de 21 millones de personas» – OMS.
Un modelo integrativo postula la existencia de una vulnerabilidad genética y biológica, existente ya antes del debut de la enfermedad, que aumenta la fragilidad frente a factores ambientales estresantes que, en su caso, y siempre que determinados mecanismos cerebrales no alcancen a compensar la tensión emocional generada, pueden dar lugar a la primera manifestación de la enfermedad.
Aunque no existe ningún parámetro específico, ni clínico ni neurobiológico, de la esquizofrenia, el conjunto de síntomas, que sí se diferencia del de otros trastornos, hace que el diagnóstico de esquizofrenia no sea difícil.
Muy importante es hacer una diferenciación entre esquizofrenia primaria y secundaria, es decir, aquella cuya causa radica en el consumo de sustancias, medicamentos o en una afección orgánica. Frecuentemente, además, esta enfermedad aparece en conjunto con otras, sobre todo aquellas provocadas por consumo de sustancias o afecciones orgánicas.
Clásicamente se diferencian síntomas negativos, como déficit de atención, afecto aplanado, incapacidad para sentir placer, apatía o aislamiento social, de síntomas positivos como alucinaciones, delirio o trastornos del pensamiento y la conducta.
También pueden observarse alteraciones del curso del pensamiento, síntomas cognitivos y disfunciones del sistema nervioso autónomo. Los pacientes con esquizofrenia tienen además un mayor riesgo de suicidio.
Fases y terapia de la esquizofrenia
En la esquizofrenia se distinguen una fase prodrómica de meses hasta años que supone más del 50% de los casos, una fase activa o florida y, en su caso, una fase residual, que no necesariamente irreversible.
Fase prodrómica
En la fase prodrómica los pacientes pueden mostrarse especialmente sensibles, irritables, rendir menos en los estudios o el trabajo. Pierden el interés en cosas que antes les entusiasmaban y se aíslan con frecuencia. Dado que no todos los pacientes con estos síntomas desarrollan una esquizofrenia, se considera más adecuado definir a este grupo como personas con mayor riesgo. La pronta identificación de causas externas como drogas o medicamentos, así como la psicoterapia reducen el riesgo de desarrollo de la enfermedad.
Fase activa
Para el control de los síntomas del trastorno psicótico en la fase activa suele ser necesario el uso de antipsicóticos, conduciendo en un 50% de los casos a una mejora de al menos el 20%, así como en un 25% de los casos a una mejora de al menos el 50%, siendo los porcentajes más altos si se trata de la primera manifestación de la enfermedad.
Terapia
La psicoterapia juega un papel fundamental en el tratamiento de la esquizofrenia, sobre todo en aquellos casos que no responden de manera suficiente a la terapia antipsicótica, así como en la prevención de recidivas.
Para un pronóstico favorable a largo plazo, es esencial la puesta en práctica de medidas socioterapéuticas.
La falta de adherencia al tratamiento es sin duda el factor más importante de riesgo de recidiva, con el riesgo de deterioro de la calidad de vida y de suicidio que implica. Por ello es de vital importancia que tanto el paciente como su familia sean parte activa del proceso terapéutico y expresen todas las preguntas necesarias para un mayor entendimiento de la enfermedad.
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