Un brote psicótico es un episodio en el que una persona experimenta una pérdida significativa de conexión con la realidad. Durante estos episodios, se observan cambios notables en el comportamiento, la personalidad y el pensamiento de la persona afectada. Los síntomas más comunes incluyen delirios (creencias falsas sobre eventos o la propia identidad) y alucinaciones (percepciones de cosas inexistentes), así como alteraciones en el comportamiento y el pensamiento.
Estos síntomas pueden clasificarse en dos categorías: positivos y negativos. Los síntomas positivos se refieren a la aparición de comportamientos o experiencias adicionales, como delirios, alucinaciones y pensamiento desorganizado. Los síntomas negativos se caracterizan por la ausencia o disminución de emociones y funcionalidad, lo que puede manifestarse como aislamiento social, apatía y falta de respuesta emocional.
No existe un perfil específico de personas propensas a los brotes psicóticos, pero quienes padecen trastornos de salud mental, como esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión grave o abuso de sustancias, son más susceptibles. También pueden ocurrir en personas sin antecedentes psiquiátricos en momentos de alto estrés emocional.
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La prevención de los brotes es compleja y se centra en evitar el consumo de sustancias psicotrópicas no recetadas y proporcionar terapia individual, familiar y grupal a personas con factores de riesgo. Ante un episodio psicótico, es fundamental buscar atención médica especializada para un abordaje adecuado y la prevención de futuros episodios.
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