En 2020, durante el primer año de la pandemia, se registró un histórico récord de suicidios en España, con 3,941 personas que tomaron la trágica decisión de quitarse la vida, la cifra más alta desde que se comenzaron a recopilar datos en 1906. Estos alarmantes datos han generado preocupación, especialmente debido al aumento de suicidios en niños menores de 15 años, que se duplicaron en comparación con 2019.
La pandemia de COVID-19 ha agravado la situación, afectando la salud mental de la población debido a la incertidumbre, la pérdida de seres queridos, la inestabilidad económica y la soledad, lo que ha llevado a un aumento de los trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. Si bien la COVID-19 no causa directamente el suicidio, ha contribuido a la aparición de factores de riesgo.
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A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a abordar activamente el problema del suicidio a nivel global, España carece de un plan o estrategia estatal para prevenir esta creciente epidemia invisible. Los expertos subrayan la importancia de tomar medidas y concienciar sobre esta grave cuestión de salud pública.
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