Según un informe, los trastornos alimenticios están afectando cada vez más a los jóvenes, especialmente entre las edades de 12 y 14 años. En España, se estima que alrededor de 400.000 personas sufren trastornos alimenticios, y la mitad de ellos se encuentran en ese grupo de edad. Los trastornos más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, pero también existen otros como el trastorno por atracón, la ortorexia (obsesión por la comida sana) y la vigorexia (obsesión por el ejercicio físico). Estos trastornos se caracterizan por la obsesión con el peso, la imagen corporal y la dieta.
El estudio revela que el 70% de los adolescentes no se siente cómodo con su cuerpo, y seis de cada diez chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas. Además, se ha observado un aumento de casos de trastornos alimenticios entre los adolescentes después del confinamiento debido a la pandemia.
Los expertos de la Clínica López Ibor advierten que es crucial abordar este problema de manera multidisciplinaria y prestar atención a las señales de alerta, como saltarse comidas, esconder comida o tener una preocupación excesiva por la musculación. El diagnóstico precoz es fundamental para la recuperación, ya que un trastorno alimenticio de larga duración tiene una alta probabilidad de convertirse en crónico. Los trastornos de conducta alimentaria tienen un impacto significativo en la salud física y mental de los afectados, y pueden llevar a complicaciones graves.
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La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición destaca que un equipo multidisciplinario compuesto por profesionales de la salud mental, endocrinólogos, nutricionistas y terapeutas es crucial en el tratamiento de estos trastornos. También se enfatiza la importancia de la prevención y la educación sobre los factores de riesgo en entornos familiares y escolares.
En resumen, los trastornos alimenticios están afectando a un número significativo de jóvenes en España, y se requiere una atención integral y un enfoque preventivo para abordar este problema creciente. La detección temprana, el apoyo multidisciplinario y la educación son clave para ayudar a aquellos que sufren de trastornos alimenticios y prevenir su cronificación.
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