El consumo de alcohol no mejora el sueño y perjudica el descanso. A pesar de ser un mito común, no es un hipnótico eficaz. El alcohol puede ayudar a conciliar el sueño, pero la calidad del mismo se ve perjudicada. Provoca sueño fragmentado, bloquea la fase REM, aumenta ronquidos y agrava problemas como apneas y síndrome de piernas inquietas. El consumo crónico puede llevar a la adicción, aumentando la necesidad de dosis. La relación entre trastornos del sueño y adicción es bidireccional.
Para identificar adicción al alcohol, se observan señales como consumo excesivo, normalización, deseo constante, falta de control, cambios de conducta y síndrome de abstinencia.
Para combatir el exceso de consumo, se debe ser consciente del problema, entender motivaciones y buscar razones para cambiar el estilo de vida. La Clínica López Ibor ofrece pautas en este sentido.
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Además, el alcohol daña el hígado y aumenta el riesgo de cáncer. La concienciación sobre estos riesgos se promueve mediante campañas de salud pública.
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