Los brotes psicóticos son episodios en los que una persona pierde la conexión con la realidad, mostrando cambios en su comportamiento y pensamiento. Estos episodios pueden incluir delirios (creencias falsas), alucinaciones (percepciones irreales) y alteraciones psicomotoras. Afectan alrededor del 3% de la población, con una alta falta de tratamiento en países de ingresos bajos y medios (entre el 76% y el 85% de las personas no recibe atención) y también en países de ingresos elevados (entre el 35% y el 50%, según la OMS).
La prevención de brotes psicóticos es compleja, ya que pueden ser imprevisibles y estar relacionados con factores genéticos, ambientales y de estrés. Los síntomas pueden ser positivos (delirios y alucinaciones) o negativos (apatía y aislamiento). Los episodios psicóticos tienen un origen multicausal, donde la predisposición genética y el entorno desempeñan un papel importante.
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La pandemia de COVID-19 también ha contribuido al aumento de casos, debido a los cambios en las rutinas y el estrés asociado. El tratamiento temprano es esencial para prevenir futuros episodios psicóticos y debe incluir tanto a la persona afectada como a su entorno.
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