El consumo de alcohol, aunque común en contextos sociales, puede transformarse en una adicción sin que lo notemos. La Clínica López Ibor destaca que este problema, a menudo invisible, tiene graves consecuencias para la salud mental y física.
En el cerebro, el alcohol altera áreas responsables de la regulación emocional y la toma de decisiones, como la corteza orbitofrontal. Esto puede derivar en trastornos de personalidad, demencia y comportamientos violentos. Además, a largo plazo, su impacto en el cuerpo es igual de preocupante, contribuyendo a enfermedades cardiovasculares, disfunciones sexuales y varios tipos de cáncer, como los de mama, hígado o colon.
Identificar la adicción puede ser complejo, pero hay señales claras que ayudan a detectarla. Beber en exceso, justificar el consumo como algo normal o inofensivo, sentir una necesidad constante de beber y perder el control sobre la cantidad son indicadores comunes. Este comportamiento a menudo afecta negativamente las relaciones sociales, el desempeño laboral y el interés por actividades habituales. En casos más graves, los síntomas de abstinencia al intentar dejar de beber, como ansiedad o temblores, y los intentos fallidos de mantenerse sobrio evidencian una dependencia seria.
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La Clínica López Ibor enfatiza la importancia de un tratamiento integral y personalizado. Este incluye un diagnóstico completo, terapias especializadas, apoyo médico en casos de abstinencia y herramientas para afrontar el estrés. Además, el seguimiento a largo plazo es esencial para prevenir recaídas y lograr una reintegración social efectiva.
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