La esquizofrenia afecta a más de 24 millones de personas globalmente, constituyendo un desafío para la sociedad y el sistema de salud en términos de diagnóstico y tratamiento. La enfermedad presenta una variabilidad considerable en sus síntomas, lo que complica su detección precoz y tratamiento efectivo. Casi el 50% de los pacientes no reciben un tratamiento adecuado, y la enfermedad es la tercera causa de discapacidad en personas de 15 a 44 años, según la OMS. Uno de los mayores obstáculos es el estigma social que sufren tanto los pacientes como sus cuidadores, aumentando el aislamiento y deteriorando la calidad de vida.
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La atención multidisciplinaria, incluidos fármacos antipsicóticos y programas de rehabilitación, resulta vital para controlar la enfermedad. Sin embargo, hasta el 50% de los pacientes no cumple con el tratamiento, en parte debido a la falta de conciencia de su condición y a efectos secundarios de la medicación. Esta falta de adherencia terapéutica aumenta las tasas de recaída, lo que impone una carga significativa en los cuidadores, que generalmente son mujeres de aproximadamente 61 años. Estos cuidadores demandan más apoyo para enfrentar las tensiones financieras, físicas y emocionales que acompañan a la enfermedad. La redefinición de la esquizofrenia busca eliminar el estigma y promover un diagnóstico y tratamiento más efectivos.
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