Desde hace unos años, las redes sociales se han instaurado como parte de las actividades cotidianas en las rutinas diarias de la población. Incluso, en algunos casos, podemos dedicar más tiempo y acudir a ellas más veces de las que nos gustaría.
Se estima que una persona tiende a pasar de media conectado a las redes de 2 a 3 horas diarias. También sabemos que las personas tendemos a revisar nuestros teléfonos móviles más de 50 veces al día de media.
Entonces, ¿qué hace que acudamos tan a menudo a estas redes y pasemos diariamente tiempo en ellas?
Pese a que podríamos dar respuesta a esta pregunta desde un enfoque más emocional y relacional, esta vez, vamos a centrarnos en una perspectiva puramente conductual, en el sistema de aprendizaje más básico del ser humano.
Tabla de contenidos
El condicionamiento operante es un término propuesto por Skinner que consiste en un aprendizaje por asociación de un estímulo a una respuesta. Se produce una conducta y esa conducta trae tras de sí una contingencia. Si ésta es agradable, incrementará las probabilidades de que repitamos dicha conducta; por el contrario, si es desagradable, reducirá las probabilidades de que la llevemos a cabo. Estos procesos crean aprendizajes en los seres humanos (de la misma manera que en los animales), que se instauran y automatizan con la exposición repetida a este sistema.
Las contingencias posibles tras una conducta son las siguientes:
- REFUERZO POSITIVO: tras realizar la conducta se añade algo agradable para la persona, lo cual aumentará la probabilidad de realizar de nuevo la conducta.
- REFUERZO NEGATIVO: tras realizar la conducta se sustrae algo que era agradable para la persona, lo que reducirá las probabilidades de que ocurra la conducta.
- CASTIGO POSITIVO: tras realizar la conducta ocurrirá algo desagradable para la persona, lo que reducirá las probabilidades de que ocurra de nuevo esa conducta.
- CASTIGO NEGATIVO: tras realizar la conducta se sustrae algo desagradable para la persona, lo que aumenta la probabilidad de llevar a cabo la conducta.
Además, la repetición de la conducta y el aprendizaje resultante dependen también de otras variables como:
- La intensidad o potencia de los refuerzos y castigos, es decir, cuánto de agradable o desagradable es para la persona lo que se añade o sustrae como consecuencia a la conducta que realiza.
- El intervalo de tiempo que pasa desde que se realiza la conducta hasta que se obtiene el refuerzo o el castigo: cuanto más inmediato, mejor se instaura el aprendizaje.
- El intervalo de conductas necesarias para que aparezcan los refuerzos y castigos, es decir, cuántas veces tengo que repetir la conducta para que aparezca un refuerzo o el castigo. En este caso, Skinner descubrió en sus estudios lo que llamó “programas de razón variable”, que consiste en la presentación del refuerzo de manera variable en base a un número promedio de veces. Por ejemplo, cuando juego a una máquina tragaperras, esta me premia en un promedio de 1 vez cada 100 tiradas, pero puede ser que me toque el premio en 5 o en 120, siendo esta la forma más potente para obtener más repeticiones de la conducta.
Si aplicamos estas ideas al funcionamiento de las redes, podemos acercarnos a comprender por qué en ocasiones las revisamos con frecuencia o pasamos más tiempo del que nos gustaría inmersos en ellas.
¿Cuáles son los refuerzos que generan las redes para aumentar la probabilidad de que las personas podamos entrar a revisarlas o nos mantengamos en ellas?
Para cada persona los refuerzos y castigos son diferentes, y en este caso las redes tienen la capacidad de adaptarse a ellos. Centrándonos en lo visto con anterioridad podrían existir:
Refuerzos positivos
Cuando abro mis redes puedo encontrar temas interesantes que tanto yo como mi propio dispositivo hemos seleccionado para mí. Las redes funcionan de forma dinámica conmigo, se fijan en las elecciones que hago, dónde me detengo más, dónde suelo invertir más tiempo etc. Y, en base a ello, nos ofrecen contenido reforzante y agradable para nosotros. Además, este contenido es impredecible y en ocasiones se ajusta plenamente a mí y en otras no tanto, por lo que el sistema de refuerzos se convierte en un sistema de “razón variable”, el cual hemos visto que mantiene y hace más probables las conductas. En este caso la conducta aprendida y repetida es abrir redes sociales o seguir bajando en la página “a ver si aparece el refuerzo”.
Por otro lado, tenemos refuerzos sociales, que podemos considerarlos como uno de los tipos de refuerzos más potentes. Estos nos llegan en forma de likes, emoticonos o comentarios positivos. Y, de la misma manera, se rigen por un sistema de “razón variable”, ya que cuando comentamos o publicamos fotos en nuestras redes no todas tienen el mismo “éxito”. Esto facilita que se aumente la probabilidad de que yo suba una foto o vuelva a escribir en ellas para, de nuevo, buscar ese refuerzo. O que compruebe de vez en cuando si alguien ha comentado o reaccionado a mis publicaciones. Es decir, cuando publico algo y bloqueo mi dispositivo, acudo de nuevo a él buscando un comentario agradable o reacciones agradables a él. En ocasiones lo encuentro y en otras no, algunas veces las reacciones son inmediatas y otras tardan más en llegar, puede que lleguen de golpe o que se dilaten en el tiempo. Todo esto favorece el aprendizaje de acudir a mi dispositivo.
Castigo negativo
Por otro lado, las redes sirven para “quitarnos” algo desagradable de varias formas. Por ejemplo, si he fallado en algo, me siento decaído y el concepto de mí mismo se ve afectado, subo un comentario acerca de ello y la gente me apoya, me da la razón en esa injusticia, recibo múltiples likes, etc. Desaparece o disminuye ese malestar. Y, por consiguiente, es probable que, la próxima vez que me sienta mal conmigo mismo, vuelva a acudir a las redes para que desaparezca.
Otro ejemplo sería la gestión de la inseguridad, de la validez de mis opiniones. Por ejemplo, acabo de discutir con un amigo de temas políticos y esto me ha hecho sentir inseguro y frustrado. Abro mis redes y me recomiendan un artículo que apoya mi posicionamiento ideológico, reforzando mi pensamiento y calmando mi inseguridad. Esto también hace más probable que cuando me sienta frustrado o inseguro aprenda que las redes quitan esa sensación de malestar.
Además, la ocurrencia de estos castigos negativos también aparece en un sistema de “razón variable”, por lo que la fuerza del aprendizaje es mayor.
Si pensamos en estos mecanismos, muchas personas podríamos encontrar este funcionamiento con ejemplos personales que explican por qué, en ocasiones, acudimos a nuestros dispositivos tan a menudo.
Por último, es importante remarcar que este tipo de refuerzos y castigos tienden a ser cada vez más potentes, ya que al relacionarnos con nuestras redes a diario (y nuestras redes con nosotros) de forma dinámica, el contenido cada vez se ajusta más a nuestros gustos o necesidades, haciendo que los refuerzos positivos y castigos negativos sean cada vez más fuertes y reforzando esta forma aprendida de relacionarnos con ellas.
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