En un mundo marcado por el estrés y la ansiedad, los ataques de pánico pueden surgir de manera repentina, con síntomas intensos que incluyen palpitaciones, sudoración, temblores y sensaciones de ahogo. Estos ataques son diferentes de otros trastornos de ansiedad, ya que su inicio es inesperado y alcanzan su punto máximo en unos diez minutos.
Ane Birumbrales y Beatriz Mora, psicólogas de la Clínica López Ibor, describen estos episodios como una experiencia de miedo intenso que puede desencadenarse por una situación estresante no identificada y mantenerse debido al temor a su repetición.
Los síntomas físicos, como la hiperventilación y las palpitaciones, a menudo se combinan con pensamientos catastróficos. Para controlar la ansiedad y prevenir futuros ataques, se recomiendan técnicas de relajación como la relajación muscular progresiva, la relajación autógena y la respiración diafragmática.
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Estas técnicas ayudan a reducir la activación fisiológica y pueden ser beneficiosas en la prevención de ataques de pánico. Es importante tener en cuenta que estas técnicas requieren entrenamiento y, en casos graves, la ayuda de un profesional de la salud mental puede ser fundamental para manejar la ansiedad de manera efectiva.
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