Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos mentales de origen multifactorial (factores biológicos, psicológicos y socioculturales), con graves repercusiones en la vida de quienes los sufren.
Las personas con TCA presentan síntomas psicopatológicos como alta obsesividad, excesivo miedo a engordar o distorsión de la imagen corporal, que pueden acabar provocando alteraciones físicas, como la malnutrición. Estas alteraciones físicas a su vez acostumbran a venir acompañadas de alteraciones psicológicas como la depresión, la ansiedad o características disfuncionales de la personalidad.
«En España, hay 400.000 personas afectadas por esta enfermedad, 300.000 de ellos son jóvenes».
Es característica la presencia de conductas alteradas de la ingesta de alimentos como la restricción de la cantidad, los atracones recurrentes y las conductas compensatorias (vómitos, ingesta de laxantes y diuréticos o ejercicio excesivo). Es frecuente que aparezcan alteraciones en los hábitos alimentarios como el aumento del tiempo que se tarda en comer, esconder comida o el troceamiento excesivo de los alimentos.
Son trastornos que suelen cursar por episodios, con cierta tendencia a las recaídas y a la cronicidad, por lo que el seguimiento médico debe prolongarse al menos cuatro años. Se estima que la tasa de recuperación parcial o total es del 70–80% y la tasa de cronicidad es del 20%.
Tabla de contenidos
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria en datos
A nivel mundial, se calcula que entre un 4 y un 6% de las jóvenes entre 10 y 25 años sufre un TCA, y 9 de cada 10 afectadas por ellos son mujeres, a pesar de que el número de hombres también se está viendo incrementado.
Los TCA afectan en España a un total de 400.000 personas, según datos de la Fundación Fita y de la Asociación española para el estudio de estos trastornos. De estos, 300.000 son jóvenes con edades comprendidas entre los 10 y los 25 años, y la edad de inicio continúa bajando. Se trata de la primera causa de mortalidad por enfermedad mental en la adolescencia y la tercera enfermedad crónica en este grupo de edad.
Cómo detectar un TCA: señales de alerta
Es común que alguien con un trastorno alimenticio sea reservado y defensivo sobre su forma de comer y su peso, y es habitual que niegue estar enfermo. Sin embargo, hay algunas señales que pueden ser indicativas de un trastorno de la conducta alimentaria:
- No realizar ninguna comida
- Comer solo ciertos alimentos
- Cocinar grandes cantidades para los demás, pero comer poco o nada uno mismo
- Sentirse incómodo en las comidas en lugares públicos
- Tener un peso normal y quejarse de tener sobrepeso
- Pesarse o mirarse al espejo repetidamente
En caso de percibir cualquiera de las indicaciones anteriores y sospechar un posible problema relacionado con la alimentación, es conveniente acudir a un especialista para que realice la evaluación adecuada.
Evaluación y tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria
La evaluación de paciente con sospecha de TCA es un proceso interdisciplinar. La evaluación se basa en la anamnesis (conjunto de datos que se recogen en la historia clínica de un paciente con un objetivo diagnóstico) del paciente y su familia, focalizada en las dificultades con la ingesta y sus consecuencias en el funcionamiento individual y familiar. Es necesaria la evaluación física, nutricional, psiquiátrica-psicológica y familiar de cada paciente al inicio del proceso terapéutico.
La afectación en la vida del paciente es múltiple, por lo que el tratamiento de los TCA debe ser multidisciplinar, y teniendo en cuenta todos los sistemas de pertenencia del paciente. Se compone de intervenciones psicoterapéuticas, médicas (farmacológicas, rehabilitación nutricional, estabilización médica), familiares y sociales.
El tratamiento será intensivo y extensivo, es decir, con elevada frecuencia de visitas y prolongado durante unos tres o cuatro años. El abordaje terapéutico debe atender a ambos componentes del trastorno: el físico y el psicológico.
El tratamiento está encaminado principalmente a combatir los factores de mantenimiento del trastorno y a trabajar las causas de dicho mantenimiento. Por otra parte, la detección precoz de estos trastornos facilita el diagnóstico y produce una mejoría en el pronóstico.
“El tratamiento y la prevención tienen que tener como objetivo, además del restablecimiento físico, el desarrollo de la autoestima, la gestión de emociones y la creación de una escala de valores lejos de los estereotipos”, explica el doctor Guillermo Pardo, psiquiatra especializado en Trastornos de Conducta Alimentaria de la Clínica López Ibor.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria en tiempos de pandemia
La situación de excepcionalidad que estamos viviendo en los últimos meses por el COVID-19 está pudiendo tener implicaciones muy negativas en pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria, cuyo número se ha visto incrementado tras el comienzo de la pandemia.
Este tipo de pacientes pueden presentar otras patologías psiquiátricas asociadas como, por ejemplo, depresión, ansiedad, trastornos de personalidad o abusos de drogas.
La anorexia nerviosa y la bulimia son los TCA más frecuentes en la adolescencia, mientras que la prevalencia de los trastornos por atracón es superior en edades adultas y en hombres. En los últimos meses se han agravado estas situaciones debido a las situaciones que vivimos desde el pasado mes de marzo.
Los TCA en la Clínica López Ibor
En la Clínica López Ibor hemos abierto una unidad específica y ampliado el número de profesionales para abordar los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Este tipo de patología se trabaja en la nueva planta recién inaugurada, con nuevos espacios y habitaciones específicas estos pacientes. El tratamiento es multidisciplinar y se adapta a la situación física, psicopatológica y motivacional de cada paciente. El mismo abarca tanto el tipo de intervenciones como el nivel de supervisión necesario, que se ajusta a medida que el paciente avanza por las fases del proceso terapéutico.
Los objetivos principales del programa en la Clínica son los siguientes:
- La normalización del peso: esto implica alcanzar un peso acorde a la talla y momento evolutivo del paciente.
- Corregir las conductas alimentarias inadecuadas, los sesgos cognitivos y la distorsión de la imagen corporal asociados al trastorno.
- Tratar las alteraciones del estado de ánimo y otros trastornos asociados.
- Mejorar la autoestima y la adaptación social
- Ofrecer psicoeducación acerca de la nutrición y alimentación saludables.
- Trabajar la dinámica familiar.
Puedes acceder contactar sin compromiso para que te ayudemos en este enlace.
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